domingo, 6 de julio de 2014

Adamari López, la actriz no tiene temores después de batallar por su vida

No temo contar mi historia es lo primero que se lee en el libro autobiográfico que Adamari López publicó en diciembre de 2013 y que sigue provocando sentimientos de empatía, pena, rabia, incluso generó polémica...

Vestida con un tono anaranjado vibrante que la envuelve en un halo de energía, de tacos (mide 1,60 m) y con un escote que permite ver un reluciente pendiente de oro de la Virgen de la medalla milagrosa en el cuello, se sienta en un mullido sillón del programa Un nuevo día, que conduce en Telemundo, en Hialeah (Miami).

Acaba de concluir su espacio de 7:00 a 10:00, pero sigue sentada, con los reflectores de las luces aún prendidos, que hacen brillar aún más sus ojitos verdes y ponen en evidencia su rostro de niña del que tantas veces sacó partido cuando interpretó a jovencitas en las telenovelas y que le sirvió para estar varias veces en la lista de los más bellos de People en español.
Esta vez no es ella la que va a preguntar. La entrevistadora ahora es la entrevistada.

Se saca los tacos para librarse del yugo de tener que lucir estilizada y larga, y rememora una vez más cómo fue su lucha contra el cáncer de seno, la extirpación de sus dos pechos, el luto por su madre que no superó la segunda embestida también del cáncer, su doloroso divorcio del cantante Luis Fonsi y su lucha por ser madre, pese a tener embriones congelados con su ex.

La chiquilla de la funeraria
Adamari López Torres nació el 18 de mayo de 1971 en Humacao, un pequeño rincón de Puerto Rico donde, como en la mayoría de los pueblos, todo el mundo se conoce.
Siete años después de que sus padres tuvieran a su último hijo apareció ella por sorpresa, y según cuenta, llegó con bombos y platillos: “Durante el parto mi mamá perdió la conciencia, la partera se asustó y comenzó a dar gritos pidiendo ayuda. Causó tanta alarma que varios doctores acudieron y ayudaron a revivir a mi mamá. Mami dice que, si no fuera por la alharaca de esa señora, quizá no habría vivido para contar la historia”.

De niño su papá solo tenía un par de zapatos, por eso Adamari bromea con que tal vez de ahí viene su amor y fascinación por los zapatos.

El sustento familiar provenía de la funeraria de don Luis López, quien llevaba a la última de sus cuatro hijos al colegio en el carro fúnebre, anunciando por altoparlante las notas de duelo. El bochorno que, dice, sentía en esos años de adolescente ahora es una divertida anécdota, que cuenta con su forma encantadora de hablar, como si se la conociera de toda la vida.

Se avecina una tormenta

En diciembre de 2004 Adamari estaba en la cima de la felicidad. Lo tenía casi todo: amor (enamoraba con el cantante Luis Fonsi), trabajo (tenía un contrato con Televisa) y fama. “En ese momento eran más importantes los vestidos y las fiestas que mi salud. Otra lección que aprendí a golpes”, señala.

Nadie está preparado para escuchar esa terrible palabra: cáncer. ¿Cómo te lo tomaste?
Quizá de entrada es una de las noticias más duras que me tocó recibir, pero yo actué ‘echá pa lante’ y con mi cabeza positiva en que iba a salir bien. Cáncer es una palabra que te mueve todas las fibras del cuerpo. Te da miedo, angustia, incertidumbre, dolor, desesperación...

Lo importante es tener conciencia de nuestro cuerpo, revisarnos periódicamente.
A veces nos quejamos de que no tenemos dinero para ir al doctor, pero lo gastamos en la peluquería, lo malgastamos en cualquier otra bobería que no es tan importante como hacerte una vez al año la revisión médica.

¿Cómo lo detectaste?
Era febrero de 2005, me palpé uno de mis senos y encontré una bolita que no me parecía normal. No le presté mucha importancia, pero de todos modos fui a mi ginecólogo y me dijo que podía ser por un cambio hormonal porque estaba con mi periodo. Me dio orden para hacerme una sonomamografía, un estudio más profundo. Así salió que tenía un nódulo que podía ser canceroso y evidentemente fue lo que no esperé jamás.

Aún así tuviste cabeza para dar la noticia en conferencia de prensa...
Me tomó como dos o tres meses decirlo, tenía que entender primero lo que me iba a pasar, había mucha incertidumbre y bombardeo de información médica con palabras que no entendía. Cuando procesé todo eso me pregunté ¿por qué muchas mujeres sienten vergüenza de decir que tienen cáncer? Yo no busqué tenerlo, probablemente perderé un seno, pero por salvar mi vida.

Llegué a la conclusión de que las mujeres necesitan saber que todas tenemos la misma posibilidad de tener la enfermedad, que es una cosa que mientras más la hablemos y más sepamos sobre ella, más opciones habrá de tomar acción rápida para que el proceso no sea difícil. Lo hice también para que la gente sepa que iba a estar fuera de las cámaras y de la vida pública un tiempo para lograr mi recuperación y para evitar que se especule.

Extirparse el seno debió ser una doble sacudida…
Sí, despojarse de algo que es símbolo de la feminidad fue duro, pero como lo que yo quería era estar sana, no me importó. Si quedarme con ese seno, implicaba morir, yo no lo quería, lo que quería era vivir.

¿Por qué te extirpaste el otro seno si estaba sano?
Primero me saqué el derecho y después, a pesar de mi deseo de querer tener hijos y poder amamantarlos, pesó más la angustia. Cada vez que me iba a hacer un examen tenía que someterme a una biopsia porque me encontraban microcalsificaciones y volvía la pesadilla, entonces me dije, yo no quiero seguir con esta angustia. Ya no quise tener esa montaña rusa de emociones, decidí quitarme el otro seno y cortar por lo sano.

Entonces, ¿te quedaste sin ambos senos?
Ya me puse implantes, se ven naturales y sigo usando escotes y trajes de baño. Con todo y las cicatrices de guerrera que llevo, no me parece que tenga por qué avergonzarme. Al principio quizá, después de haberme divorciado, me angustiaba la primera vez que tuviera que quitarme la camisa frente a un hombre. Después, ya no me importó.

Estoy viva y saludable, así que no me molesta. Si hay gente que tiene cicatrices por querer verse mejor, ¡yo tengo cicatrices porque quise salvar mi vida!
Las pruebas siguieron apareciendo...

Eliminar el primer seno y empezar con un proceso de quimioterapia fue el primer golpe de muchos que siguieron.

Tras haber superado aquello, cuando decidí quitarme el otro seno agarré una bacteria en el hospital que afectó lo suficiente mi vida como para ponerla en peligro. Luego vino la dicha de contraer matrimonio, pero casi a la par me enteré de que mi mamá tenía cáncer en el sistema linfático. Además de haberlo vivido conmigo -que fue un dolor extra para ella-, yo, sabiendo por lo que ella iba a pasar, reviví mi dolor.

Luego sobrevinieron los problemas de salud de mi padre (vive con una mínima parte de su corazón) y el peor dolor de todos: el divorcio, porque una se casa con la ilusión de que es para toda la vida. Por si fuera poco, tampoco podía ver firme la ilusión de ser madre.

¿Dirías que luchaste por tu matrimonio?
Así me crié en mi casa, mis hermanas y yo hemos hecho el voto del matrimonio conscientes de que van a haber problemas en la relación y de que esas cosas hay que trabajarlas. Pero una relación es de dos, yo no puedo obligar a nadie a estar conmigo si no quiere, así que hay que respetar las decisiones de los demás. En el caso de la salud, yo seguí las instrucciones del doctor y en el caso de la relación no me quedó más que aceptar lo que la otra persona había decidido y seguí mi camino.

¿Seguís soñando con ser madre?
Todavía no lo he podido lograr, sin importar cuánto lo deseo o cuánto lo haya intentado. Se debe a los tratamientos a los que me sometí para hacer frente a la enfermedad. Por mí haya sido mamá hace rato.

Lo he intentado por muchos medios y los doctores no lo ven como una cosa probable, aunque no quito el dedo del renglón y sigo pensando que Dios es mucho más poderoso y de la manera que él crea que es la correcta me va a mandar esa bendición.

¿Qué hay de los embriones congelados?
Es muy difícil porque yo no tengo todo el poder para decidir y ahí las manos las tengo atadas.

¿Considerarías adoptar?
Lo he pensado, estoy abierta a esa posibilidad. Esa es otra manera en que puedo realizarme como madre y no la descarto.

El sol salió

Superaste las adversidades y te embarcaste en una nueva y movida aventura, ¿Habías bailado antes?
El baile siempre me gustó, era como una manera de desahogar cualquier momento de estrés, pero cuando me tocó hacerlo profesionalmente dentro del programa había muchos géneros que yo nunca había bailado.

¡Yo bailo salsa y merengue en una fiesta! Me costó mucho trabajo, pero lo disfruté muchísimo y no me arrepiento de esa experiencia porque gané y conocí a una persona maravillosa que ha complementado mi felicidad y ha traído muchos momentos felices a mi vida.

Ahora lucís anillo de compromiso...
Sí! En esta celebración de cumpleaños (43) Tony me sorprendió. Nos fuimos a Punta Cana un fin de semana, me fui pensando en que podía haber un detallito como una cena romántica, pero de ahí a lo que fue... me llevó a 60 personas especiales, entre familiares y amigos, y delante de todos me pidió matrimonio... no me lo esperaba.

En muchas ocasiones yo he dicho que después de mi divorcio no me veía comprometida de nuevo. Ahora digo que quiero que todos los días nos enamoremos, bajo ese principio de amor, fidelidad, comprensión y de amistad que debe tener toda relación. Yo me comprometo todos los días a eso.

Entonces, ¿hay segundas oportunidades?
Segundas, terceras y cuartas, así como hay oportunidades para el amor, también hay para la salud. Pruebas podemos tener muchas, hay que seguir luchando y viviendo. ¿Sabes? Hay una gama de posibilidades; como en el amor, se puede estar toda la vida en pareja o estar toda la vida saludable.

Después de todo lo que viviste, ¿cuál dirías que fue la mayor enseñanza?

Dios me ha puesto pruebas muy duras en el camino, pero no tanto como a otras personas. Uno siempre mira para el lado y ve a alguien en una situación mucho más difícil y eso debe de ser suficiente como para decir yo puedo seguir adelante. Sé que todo lo que me pasa en la vida, tanto lo malo como lo bueno, tiene una enseñanza, y yo no me quejo.
Chiquitita, pero de fierro... dicen que las cosas finas vienen en frascos pequeños, aunque también así se presenta el veneno. ¿Qué preferís pensar?

Yo pienso que el ser humano tiene de las dos cosas, tiene perfume y tiene veneno, y que en el complemento de ambos se hace perfecto, porque no está bien ser solamente el bueno, el dulce, el que huele bien si no sabes cómo defenderte -sin dañar a otros- en los momentos en que vienen los problemas. En el complemento de las dos cosas es que uno forma un carácter y logra crecer ante los problemas





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